Hay algo fascinante en las tecnologías educativas: nos cautivan, inspiran e ilusionan. En el ámbito educativo siglas como TIC, NTIC y TICE son sinónimo de vanguardia. De hecho, todo lo que sea tecnológico brilla con luz propia, es como vivir un paso en el futuro. Por lo mismo, los docentes que se atreven a utilizar las TIC parecen pertenecer a una casta superior.
En las charlas de profesores, más temprano que tarde aparecerá una expresión del tipo “los chicos de hoy aprenden con las tecnologías”, a lo que otro responderá “es que son nativos digitales”. Por cierto, no estoy para nada de acuerdo con ninguna de estas expresiones y seguramente escribiré al respecto más adelante. De cualquier forma, es evidente que en el imaginario popular la tecnología es la forma de llegar a los alumnos.
En verdad, este encanto no está limitado a las tecnologías educativas, sino que es propio de las tecnologías en general. Especialmente cuando se trata de tecnologías digitales. Pero ¿qué es la tecnología después de todo?
Le propongo que se haga estas preguntas antes de seguir ¿Qué es la tecnología? ¿Por qué es tan valorada? ¿Quiero usar la tecnología en mi clase…? ¿o ya no me queda otra?
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En este artículo voy a compartir las aproximaciones teóricas de Marshall McLuhan, un importante académico del s. XX cuyas ideas llegaron como una tormenta y dominaron gran parte del pensamiento tecnológico a partir de los años 1970. Más tarde tendría que enfrentar la crítica y duros cuestionamientos. Con todo, para principios del s. XXI, sus ideas habían superado todos los embates y reemergían aún más fuertes.
Las tecnologías como extensiones del ser humano
Marshall McLuhan (1988) sostiene que la tecnología es una extensión de la persona en tanto extiende, amplifica o multiplica el alcance de alguna capacidad del cuerpo humano (McLuhan & Zingrone, 1998). Por ejemplo, una bicicleta aumenta la capacidad de las piernas para llegar más lejos, más rápido y con menor esfuerzo.
Puede pensar en cualquier tecnología y siempre verá que extiende alguna capacidad presente en el ser humano. Hagamos un recorrido: un telescopio amplifica la visión del ojo, una palanca multiplica la fuerza de nuestros músculos, los libros extienden nuestra memoria, la vestimenta extiende la piel, un edificio la homeostasis, la computadora el sistema nervioso central y así sucesivamente (McLuhan & Zingrone, 1998, pág. 188).
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Desde este enfoque, las tecnologías pueden extender nuestras capacidades sensoriales (telescopio, microscopio, estetoscopio, audífono…), nuestras habilidades físicas (palanca, automóvil, avión, paracaídas…), nuestras competencias cognitivas (libros, computadoras, realidad virtual, simulación…), fisiología (edificio, fármacos, implante coclear, marcapasos…) como así también capacidades complejas como las habilidades comunicacionales (teléfono, redes sociales)
Siguiendo esta línea de pensamiento es claro que las tecnologías educativas extienden los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Las tecnologías multimedia permiten aprender desde nuevas perspectivas, con menor esfuerzo, con mayor profundidad o personalizando los recorridos. Mucho de esto puede verse en los entornos personales de aprendizaje, las tecnologías multimedia o la Web -por citar sólo algunas.
De manera simétrica, las nuevas tecnologías extienden las capacidades de enseñanza para potenciar las narrativas, para que las clases tengan un impacto más duradero en la memoria o para que los saberes sean más fáciles de conceptualizar.
Todo es tecnología
Ahora bien, para McLuhan, cualquier medio creado por el ser humano que extiende una capacidad es una tecnología. Una pizarra digital es una tecnología y un pizarrón con tiza también. Un libro electrónico para trabajar aula invertida es una tecnología… y una fotocopia, un mimeógrafo, una lapicera, una piedra. Todo será tecnología: hasta una rama capaz de hacer un trazo en la arena.
Sin embargo, no es lo mismo una rama que un holograma. Las nuevas tecnologías cautivan, las ramas definitivamente no.
La cuestión es que todas las tecnologías fueron nuevas en algún momento. Una tecnología puede ser nueva ahora, pero no lo será por mucho tiempo. Aún así, el hecho de que sea nueva la separa de todo lo demás. Produce un efecto hipnótico y un poco de miedo también. McLuhan entendía bien el poderoso efecto que producían las nuevas tecnologías y le gustaba explicarlo a través del mito de Narciso.
“Narciso, hijo del dios fluvial Cefiso y de la ninfa Liríope, según el oráculo viviría mientras no contemplase su propia imagen. Un día lo vio la ninfa Eco y se enamoró de él, pero no pudo declararle sus sentimientos ya que estaba condenada a repetir las palabras ajenas, por un maleficio que le había echado Hera. Así que se contentó con seguirlo por el bosque. Narciso advirtió su presencia y la llamó, pero al no escuchar otra cosa en respuesta sino sus propias voces, acabó por cansarse y se fue. El joven ignoraba el amor de las muchachas atraídas por su singular belleza […]. Artemis dirigió los pasos de Narciso hacia una fuente, donde quiso refrescarse. Al contemplar el reflejo de su semblante en las aguas claras, se enamoró de la imagen, pero por más que intentaba besarla, esta le rehuía siempre. Desesperado por no poder atrapar a su otro yo, se quitó la vida con un puñal mientras la pobre Eco repetía sus últimas palabras”.
(Julien, 2008, págs. 357-358)
Las versiones clásicas del mito de Narciso, como la romana y la helénica, se enfocan en la lección moralizante que pretende advertir a los jóvenes sobre el riesgo de alimentar la vanidad. McLuhan, sin embargo, ensaya una reinterpretación del mito para advertirnos a todos sobre el riesgo de no entender la tecnología.
Para este autor, cuando Narciso encuentra su imagen en la fuente, se enfrenta por primera vez a una tecnología que le permite verse a sí mismo. Al no comprender la naturaleza de esta tecnología, confunde su hermosa imagen con la ninfa del lugar y muere al no poder alcanzar el objeto de su amor. Si Narciso se hubiera dado a la tarea de experimentar con esta nueva tecnología (el espejo de agua), hubiera descubierto que al levantar una mano la imagen levantaba una mano, al moverse, la imagen se movía; en otras palabras, habría descubierto que él contralaba la tecnología. Por desgracia, el primer momento de estupor lo hipnotizó sellando así su triste destino (McLuhan & Zingrone, 1998, pág. 141 y 200)
La llegada de una nueva tecnología produce un estado de hipnosis y ansiedad que se prolonga en el tiempo hasta que el individuo y la sociedad terminan de asimilarla. En un estado de hipnosis, un solo sentido inunda toda la conciencia, efecto que McLuhan denomina narciso-narcosis. Durante este primer contacto la narcosis producida impide ver con claridad el alcance de la tecnología, produciendo incertidumbre, ansiedad y miedo. Y esto también pasa con las tecnologías educativas.
Esto explica por qué algunos docentes sienten pánico cada vez que se enfrentan a una nueva tecnología. Y que, por cierto, esto pasa también con los estudiantes. Del mismo modo se verifica el efecto opuesto: la fascinación que mencionaba al principio. Una especie de entusiasmo desenfrenado que no responde a expectativas sustentadas en la experiencia, sino que nacen de una ilusión difusa de nuevas capacidades.
No todo lo que brilla en la tecnología es oro
Es común que los docentes pongan demasiadas esperanzas en las nuevas tecnologías. Con inusitada frecuencia la experiencia del aula arroja resultados que están muy por debajo de las expectativas.
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Resulta que el uso de una tecnología tiene una contracara muy interesante. Pensemos de nuevo en la bicicleta y su capacidad para extender las capacidades de las piernas. Mientras se usa la bicicleta, las piernas ya no se pueden usar para su función natural: caminar. Este fenómeno se denomina amputación. Así cada vez que amplificamos una capacidad, estamos produciendo una amputación. El precio de extender una capacidad es renunciar a su uso natural.
Sólo por esto, la tecnología no es tan divertida como todos piensan cuando están en estado de narciso-narcosis. A McLuhan le gustaba analizar la vida desde la mirada de los comics, así que hagamos lo mismo nosotros. Por ejemplo, sería genial tener un traje como el Ironman, una armadura robótica capaz de volar y disparar; o poder crear los mismos artilugios que lleva Batman en su cinturón. Así, podríamos sumar capacidades por encima de las capacidades y todos podríamos ser super héroes. Sólo que no es tan fácil, porque cada tecnología produce su propio tipo de amputación y nos obliga a cambiar una capacidad por otra.
Hay que negociar. Si uso un PowerPoint, no puedo improvisar. Y si dibujo en el pizarrón con una tiza, no puedo mostrar gráficos a color ni videos ¡no se puede tener todo!
Sí, sí se puede. Tiene que ver con asentar las expectativas, ser realistas y no fanatizarse. Todas las tecnologías tienen una ventaja (la capacidad que extienden) y una desventaja (la capacidad amputada). Como docentes, debemos pensar en momentos de la clase. ¿Qué necesito para llegar a mis alumnos? ¿Un video? Bien, hoy será un video. Mañana, quizás necesite hacer una tormenta de ideas en clase. Entonces mañana usaré el pizarrón y eso me ayudará a documentar en clase las ideas emergentes.
El medio es el mensaje
Ahora bien, un punto central en los postulados de McLuhan es que las tecnologías siempre aparecen en pares. Así, una tecnología siempre contiene a otra: un libro contiene la palabra impresa, que a su vez contiene el alfabeto, que a su vez contiene el discurso. Es muy evidente en idiomas como el español donde su forma escrita mantiene una correlación casi directa entre grafema y fonema, que la palabra escrita contiene -a su vez- a la palabra hablada. Al leer las letras del alfabeto el cerebro evoca sus sonidos como si escuchara la palabra hablada.
El límite de este mecanismo comunicacional recursivo está dado por los medios solteros, es decir, aquellos que ya no contienen otros medios sino el mensaje final o información. Uno de ellos sería el discurso pues en su interior ya no puede habitar otro medio más que el pensamiento mismo. El otro caso de medio soltero es la luz artificial que permite realizar actividades que en estado natural sólo son posibles de día (McLuhan & Zingrone, 1998, pág. 186).
Volvamos al discurso porque éste es el hecho singular más importante de una clase. Lo que el docente dice no es sólo un conjunto de datos a memorizar. El discurso va más allá: produce imágenes en la mente de los alumnos, habilita nuevos puntos de vista, cuestiona, desarma saberes previos y alienta a construir otros nuevos. Entonces, cualquier tecnología que usemos tendrá -al final- nuestro discurso.
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La educación mediada por tecnología
La mejor tecnología no significará nada si no lleva en su interior un discurso pedagógico. De hecho, la tecnología es lo de menos. Lo que un profesor hace con un video, otro docente lo hace igual de bien con un cuento escrito. Lo importante es que el discurso sea una mediación pedagógica. Que la clase sea un conjunto de ideas potentes que le sirvan al estudiante a seguir pensando, a seguir creciendo. El discurso, por cualquier tecnología debe llevar al alumno desde lo que sabe hasta lo que desea aprender. En definitiva, la tecnología debe extender la capacidad de enseñar.
Para seguir conversando
La teoría de McLuhan tiene todavía muchos matices por explorar, pero en este artículo quise centrarme en sus postulados más populares. Por ahora mi pregunta para usted es ¿qué tecnología usaría en educación y por qué? Por favor comparta sus ideas en el cuadro de comentarios.
¡Nos seguimos leyendo!
Trabajos consultados
McLuhan, E. (1988). Laws of Media: The New Science With Eric McLuhan. Toronto: University of Toronto Press.McLuhan, E., & Zingrone, F. (1998). McLuhan escritos esenciales. Buenos Aires: Paidós.
McLuhan, M., & Casasús, M. (1975). Teoría de la imagen. Barcelona: Salvat.
McLuhan, M., & Fiore, Q. (1967). The Medium is the Massage: An Inventory of Effects. United Kingdom: Penguin.
Si concordamos en que el discurso docente es lo central en el acto educativo , entonces cualquier tipo de tecnologìa (entendido en sentido amplio) servirìa para mis propòsitos. Lo importante es tener en claro qué deseo conseguir y luego aplicar creatividad y visión del grupo de estudiantes para determinar el cómo (tecnología). Para potenciar la narrativa serìa ideal utilizar elementos multimediales que se enfoquen en los distintos sentidos.
ResponderEliminarExacto, ese es el planteo de McLuhan. Al interior de cada tecnología siempre hay otra tecnología, pero la última (no apareada) es el discurso que es justamente el acto educativo. Las tecnologías llegan y se van, por eso hay que entenderlas desde una mirada funcional. Gracias por tus aportes!
ResponderEliminarMe parece muy importante el compartir el discurso entre docentes y alumnos como co-construcción del aprendizaje; y sí reconozco que el uso de la tecnología (videos, power, imágenes, dinamismo en las utilización de conceptos, etc.) nos permite integrar con creatividad los saberes que nos proponemos explicar. Por otro lado considero que todo aquello que sirva y sobre todo que permita flexibilizar las formas de transmitir una información o de integrar una información es muy muy valioso. Hoy si contamos con tantas herramientas tecnológicas no tendría sentido no usarlas. Pero usarlas no quiere decir que olvidemos la interacción verbal entre docentes y alumnos.
ResponderEliminar¡Gracias por tu aporte!
EliminarMuy interesante el enfoque de McLuhan, brinda un criterio muy claro a la hora de pensar y elegir las herramientas tecnológicas que se pueden utilizar en la enseñanza. Me resultó super ameno y atractivo leer este artículo.
ResponderEliminarQué bueno ¡gracias por tu comentario!
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