En muchos países, cada vez que un niño se “porta mal” aparece el diagnóstico instantáneo: tiene TDAH. El trastorno de déficit atencional e hiperactividad (también TDA-H) o sus siglas en inglés (ADHD) aparecen en cualquier conversación casual. Los gabinetes psicopedagógicos, los docentes y los padres lo diagnostican con sorprendente rapidez y liviandad. De hecho, su detección parece tan fácil que basta haber leído un artículo en el periódico o contestar un test en línea.
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En un conocido sitio de salud mental, se puede hacer un autoexamen basado en los criterios diagnósticos del DSM-V. Yo he contestado varios y siempre me da positivo. Y si usted hace esta prueba, lo mas probable es que le de positivo también. Tal como está concebido, la mayoría de las personas califican dentro de este cuadro clínico, lo que desde cierto punto de vista es casi divertido… si no fuera porque mientras escribo estas líneas muchos niños están siendo mal diagnosticados e incluso medicados. Y eso ya no tiene gracia.
En las próximas líneas pretendo recuperar postulados teóricos, el contexto histórico y algunas consecuencias inquietantes. El TDAH sigue despertando una gran preocupación tanto en el ámbito de la educación como en el médico. He aquí el porqué.
Historia y contexto
La Asociación Norteamericana de Psiquiatría definió en 1994 el Trastorno de Déficit Atencional como un trastorno mental y desde entonces ha quedado solidificado en la cultura popular, especialmente por su tratamiento en series y películas. Cada persona que conozco tiene alguna postura acerca del TDAH. ¿Es real o inventado? ¿Es necesario medicarlo? ¿Es un problema de contención familiar? ¿Es un problema de negligencia parental? ¿No será que los docentes no están bien preparados?
Es claro que en la vida de un niño o un adolescente se juegan muchas dimensiones simultáneamente. Por ello, ante la presencia de un determinado comportamiento no siempre es fácil distinguir sus causas. Por cierto, que la multiplicidad de definiciones del TDAH no ayuda. Sus síntomas incluyen (pero no se limitan a): bajo rendimiento escolar, extroversión extrema, arrebatos de violencia, incapacidad para completar una tarea, cleptomanía, perturbación de los patrones de sueño, desarrollo moral incompatible con la edad y distracción. Desde 1990 se ha diagnosticado con diferentes denominaciones: encefalitis letárgica, daño cerebral leve, parálisis cerebral leve, retraso mental moderado, disfunción cerebral leve, hiperquinesia o desarrollo atípico del ego, por mencionar algunos (Rafalovich, 2004).
Como puede observarse, no se trata de un virus o una bacteria que puede distinguirse bajo el microscopio. Es un conjunto de síntomas. TDAH es la denominación laxa de un conjunto de consecuencias cuyas causas pueden ser múltiples y diferentes de una persona a otra.
En efecto, los tests para diagnosticar el TDAH no requieren que se presente un patrón determinado de síntomas sino, solamente algunos de los tipificados dentro de la clasificación actual. Nada cuesta imaginar que muchos de estos tests, especialmente los que abundan en la Web, no tienen ningún rigor científico.
Ahora bien, pensemos en un escenario: una niña sueña despierta en horas de clase. Se sobresalta cuando la maestra la llama por su nombre ¿Tiene dificultades para concentrarse? ¿Tiene déficit atencional? Déficit es la cantidad que falta respecto de lo esperado. ¿Será que la niña no es normal?
No tan rápido. Todos podemos tener dificultades para concentrarnos en determinados momentos. Especialmente si el estímulo externo es aburrido.
Quizás estemos haciendo las preguntas incorrectas. Probemos de nuevo ¿La clase era interesante? ¿La maestra estaba hablando de algo importante? ¿El mundo exterior era más pequeño que el mundo interior de la niña? ¿La niña estaba pensado en alguien querido? Que la niña no haga lo que la maestra quiere no implica que esté mentalmente dañada. Algunos de los síntomas que podrían configurar TDAH responden a múltiples causas. Sólo en Estados Unidos, se ha llegado a diagnosticar con TDAH al 12% de la población estudiantil, lo que convertiría a este trastorno en uno de los más prevalentes de todos los tiempos.
Etiología
Por el momento no hay resultados concluyentes. Comencemos por decir que existen ciertas afecciones que pueden provocar algunos de los síntomas del TDAH. Los trabajos más sólidos apuntan a trastornos de la química cerebral que se dan en un porcentaje muy bajo de niños. Esto significa que no alcanza a explicar la totalidad de los casos diagnosticados.
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Una línea de investigación postula que existe una correlación entre factores de predisposición genética y los síntomas asociados al TDAH. Según este enfoque, se trata de varios loci que provocarían susceptibilidad al trastorno. Al parecer, su manifestación sería el resultado de herencia poligénica donde múltiples genes contribuyen al fenotipo del TDAH. Sin embargo, gran parte de este enfoque ha sido cuestionado.
Otra corriente sostiene que las causas tendrían relación con la actividad metabólica cerebral. El déficit en la acción inhibitoria de neurotransmisores como la dopamina y norepinefrina a nivel de la corteza prefrontal y estructuras inferiores (cuerpo estriado) o trastornos en el metabolismo de la serotonina, en especial por su acción regulatoria sobre los impulsos. En este caso, la actividad cerebral atípica se ha demostrado utilizando técnicas de diagnóstico por imagen como tomografía PET y resonancia magnética.
También se ha correlacionado el diagnóstico de TDAH con factores ambientales como infecciones bacteriales, infecciones virales, celiaquía, exposición al plomo, intoxicación por bifenilos policlorados y tabaquismo. Por mencionar solo algunos.
Nuevamente, la dispersión de causal hace que ninguno de estos factores explique la totalidad de los síntomas que configuran el TDAH.
Controversias
En casi todos los continentes se observa una tasa de incidencia llamativamente alta que va del 5% al 12% de la población adolescente. Esto significa que, en un curso de treinta alumnos, es esperable que al menos uno presente TDAH. También implica que en todas las familias se presentará uno o más casos.
El tratamiento principal para el TDAH es la prescripción del metilfenidato, un medicamento psicoestimulante conocido en el mercado como Ritalina. En un estudio llevado a cabo por la Universidad Federal de Santa Catarina (Brasil), se analizaron las narrativas de un grupo de padres que se conectaban a través de grupos de Facebook. Los padres (pero principalmente las madres) cuyos hijos habían sido clínicamente diagnosticados o se sospechaba que padecían TDAH, se conectaban a través de las redes sociales para conocer sobre el trastorno, compartir sus sentimientos y considerar formas de tratamiento (Martinhago, 2018).
En estas comunidades virtuales, las madres de niños y adolescentes diagnosticados con TDAH hablaban del uso del metilfenidato como tratamiento para sus hijos. Para muchas madres, medicar a sus hijos con fármacos controlados es una fuente de angustia y ansiedad, principalmente por el temor de producirles algún grado de dependencia física o psíquica. En parte, la participación en las redes sociales tiene que ver con estrategias de afrontamiento para superar la angustia y aceptar la medicación.
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Las madres en la mayoría de los casos parecen creer que sólo a través de la medicación sus hijos podrán seguir escolarizados, incluso cuando sus hijos han sido tratados por equipos interdisciplinares de la salud y la educación. Aparece aquí el miedo al hijo con discapacidad, aquel que corre el riesgo de ser expulsado de la educación formal. En sus relatos, las madres suelen subrayar que el éxito escolar es “gracias a la medicación” como un modo de alentar a otras madres a seguir el mismo camino.
También aparece en el discurso la palabra “Dios”. Como si una intervención divina actuara a través de la medicación para curar aquel hijo o hija que se imagina enfermo. Esta forma de atribución termina por legitimar aún más al metilfenidato en la mente de otras madres.
El problema es que la Ritalina produce efectos adversos en los niños y esto repercute en toda la familia. Se pudo constatar que algunos niños presentaban un estado crítico de salud provocado por los efectos adversos de la medicación, como así también casos de abuso (Morton & Stockton, 2000). Aún así, la creencia de los padres era que el daño causado por la medicación estaba justificado por los beneficios que proporcionaba (Martinhago, 2018).
Quizás una buena parte del problema esté en las redes sociales. Abunda información, pero no siempre es confiable. Por ejemplo, se tiene por cierto que Leon Eisenberg, quien estableció la nomenclatura actual de TDA y TDAH, habría dicho justo antes de morir que era una enfermedad ficticia. Para un padre, leer esto puede ser devastador.
¿Qué hay de cierto en esta historia? Ciertamente Eisenberg fue bastante crítico al respecto y llegó a cuestionar los criterios diagnósticos. Sin embargo, la crítica de Eisenberg era hacia una corriente de la predisposición genética que el consideraba intencionalmente sesgada. Pero, además, hay que estar atentos al contexto. Eisenberg abandonó la investigación del TDAH en 1967 cuando ocupó el cargo de jefe de psiquiatrían en el Hospital General de Massachusetts, de la Escuela de Medicina de Harvard. En verdad, quien criticó los diagnósticos difusos del TDAH fue el Jerome Kagan, también de la Universidad de Harvard y pionero de la psicología del desarrollo. Fue Kagan -y no Eisenberg- quien, en un artículo de la revista Spiegel, dijo que el TDAH era una “enfermedad inventada”. Kagan sostenía que el 90% de los 5,4 millones de niños norteamericanos diagnosticados con TDAH estaban mal diagnosticados (Mikkelson, 2017).
El respeto por la persona
Antes de pensar en pensar en trastornos deberíamos pensar en personalidades. Cada niño es un universo infinito contenido en una pequeña cabecita. Incluso si tiene problemas para mantener la concentración, no significa que deba ser medicado. ¿Medicado para qué? ¿Para dejar de soñar? ¿Para dejar de volar con la imaginación?
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Quizás debamos acercarnos más y preguntar. ¿Se distrae porque su mundo interior es mejor? ¿Lo puede compartir? ¿Lo puede dibujar, contar, cantar?
Quizás los maestros no saben hacer clases divertidas. En mi experiencia, es mucho más efectivo cambiar a un niño de colegio que medicarlo. Si un docente tiene más de un alumno con TDAH, entonces tiene demasiados alumnos con TDAH.
Lo primero y más importante es respetar al niño como persona con derecho a ser quien quiere ser. Aunque no responda a una norma. Como todos nosotros, deberá aprender a funcionar en sociedad. Pero si no lo aprende en un colegio, seguro lo aprenderá en otro.
Y si acaso estamos ante un caso real de TDAH, entonces lo importante será dejar trabajar a los profesionales. Un buen diagnóstico es interdisciplinar y cuidadoso. Se hace con afecto, sin reclamos ni humillaciones. No nace de un test en línea. Surge de la mirada conjunta de médicos, psicólogos, psicopedagogos y docentes.
Para seguir conversando
Mi pregunta para usted es ¿Conoce a alguien diagnosticado con TDAH? Por favor agregue su historia en el cuadro debajo de este artículo.
¡Nos seguimos leyendo!
Enrique Facundo Ruiz Blanco
Fuentes consultadas
- Martinhago, F. (2018). ADHD and Ritalin: neuronarratives in a virtual community of Facebook Social Network. Ciência & Saúde Coletiva, 23(10), 3327–3336. https://doi.org/10.1590/1413-812320182310.15902018
- Mikkelson, D. (2017). FACT CHECK: Dr. Leon Eisenberg: ADHD Is a “Fictitious Disease”? Retrieved April 6, 2019, from Snopes.com website: https://www.snopes.com/fact-check/work-of-fiction/
- Rafalovich, A. (2004). Framing ADHD Children: A Critical Examination of the History, Discourse, and Everyday Experience of Attention Deficit/hyperactivity Disorder. Lexington Books.
- Morton, W. A., & Stockton, G. G. (2000). Methylphenidate Abuse and Psychiatric Side Effects. Primary Care Companion to The Journal of Clinical Psychiatry, 2(5), 159–164.
- Salamanca-Duque, L. M., Naranjo-Aristizábal, M. M. del C., Méndez-Narváez, M., & Sánchez, D. P. (2014). Internal Consistency and Concurrent Validity of the Questionnaire for Limitations and Restrictions Assessment in Children with ADHD. Revista Ciencias de La Salud, 12(3), 371–384. https://doi.org/dx.doi.org/10.12804/revsalud12.03.2014.06
- Brant, L. C., & Carvalho, T. R. F. (2012). Methylphenidate: medication as a “gadget” of contemporary life. Interface - Comunicação, Saúde, Educação, 16(42), 623–636. https://doi.org/10.1590/S1414-32832012000300004
- Ritalin oral Información Española De la Droga. Retrieved April 6, 2019, from Drugs.com website: https://www.drugs.com/mtm_esp/ritalin.html
- SPIEGEL Interview with Jerome Kagan: “What About Tutoring Instead of Pills?” (2012, August 2). Spiegel Online. Retrieved from http://www.spiegel.de/international/world/child-psychologist-jerome-kagan-on-overprescibing-drugs-to-children-a-847500.html
- https://www.psycom.net/adhd-test
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